jueves, 12 de noviembre de 2009

Dolor a PINTURA


Cuando has cogido anginas tres mil veces y las vuelves a coger ya no te preocupas tanto porque sabes que en 5 días volverás a estar decente. Un poco de Amoxicilina por aquí, Ibuprofeno por allá... El caso es ponerse buena.

Lo malo ocurre cuando tienes encima a una panda de canguros por vecinos. Harta de aguantar los botes hasta la una de la mañana decido salir a la calle, pero al salir de mi casa un olor a pintura fresca me raja la garganta en dos. Parece que hoy todo el mundo está dispuesto a hacerme quedar en casa. Paso de todo. No pienso quedarme en casa aguantando a los canguros.

Por fin salgo a la calle. El aire no está tan frío como esperaba y aún hace sol. "Que cosas tan raras" pienso. Camino saltando de adoquín en adoquín salvando el gran hueco entre ellos. Un enorme perro blanco pasa por encima de mí babeando por el trasero de otra perra que hay más adelante. Los goterones caen de su fétida boca y caen al suelo como meteoritos. Me cuelo entre los pies de un hombre mayor, pero este también babea y de nuevo tengo que escapar de los goterones. Desee tener a la brigada Logroñense antigoteras que trabajó tan bien en San Mateo : )

No contento con verme huir, el viejo me sigue con la mirada y se levanta del banco. Más hombre mayores hacen lo mismo y me persiguen. A ellos se les une un oso hormiguero que llega jadeante. Vaya cuadro. Me detengo ante el oso hormiguero y le digo que deje de seguirme. Sigo mi camino pero el ha decidido darme la tabarra. Me planto frente a él y le intento explicar "amablemente" las cosas pero el dice que no quiere ir a ningún lado, sólo quiere seguirme. Durante el tiempo que paso discutiendo con el oso hormiguero los ancianos se han empezado a pelear por quién tiene el andador más moderno y a quién se le mueve mejor la cadera.

El olor a pintura se había extendido por toda la calle y ahora me asfixiaba entre tanto raro.
"¿Me seguirías aunque fuera a un matador de osos hormigueros?"
" Sí."

Le cojo de la mano y corremos en dirección contraria a la peste de pintura. Cuando estamos con los pulmones en la boca el oso hormiguero me para y suelta mi mano.
"Me he dado cuenta que no me importa dónde vayas y que a ti tampoco te importa dónde voy yo. Entonces, ¿por qué tengo que caminar junto a ti?"
"Pero, ¿no era esto lo que querías?"
"Sí, pero ahora no lo quiero."

Está actuando como un niño pequeño. Ojalá tenga síndrome del juguete roto toda su vida.

Vuelvo a casa esquivando más viejecillos, peste a pintura, huecos entre adoquines y lobos.

Ahora entiendo por qué las bufandas se enroscan al rededor de la garganta. Deberían llevar puesta una etiqueta que dijera "en caso de emergencia tirar fuertemente de ambos extremos a la vez"

(10 min de pesadilla febril)


Karma·

No hay comentarios:

Publicar un comentario